El trabajo del cuerpo en silencio tiene particularidades muy interesantes.
El movimiento comienza desde la respiración y el cerebro se alinea con esta actividad primordial mandando órdenes para tal o cual posición.
Allí, en ese espacio vital, vamos vivenciando una gama de sensaciones que abarcan desde los músculos activándose junto con las articulaciones, al ritmo cardiaco y la afluencia de sangre. El objetivo propuesto comienza a dar resultado. Todo nuestro sistema se ve involucrado con un trabajo fino de reestructuración y cambio. Los viejos registros mentales van perdiendo vigencia ya que ante la novedad, pierden peso.¿Qué significa todo esto?. Simplemente que el silencio nos permite reencontrarnos con nosotros mismos. La calma, la quietud mental nos otorga una mirada interna quizás nunca antes percibida. Es el desarrollo de nuevos estados de conciencia.

No se trata de esperar del afuera las famosas “soluciones mágicas”, sino de comprometerse con este ser interno para poder modificar los aspectos negativos como las broncas, la vuelta al pasado, rencores y la forma de juzgar al otro por no verse uno. Este espacio, tan poco valorado en esta sociedad, se ha vuelto una zona “temida”, que terminamos llenando con pensamientos caóticos, deseos sin fundamento, una especie de aturdimiento que nos lleva a pensar que estamos “perdiendo el tiempo”.
Quizás sería más positivo intentar aprender del silencio en vez de huir de él. Es un terreno absolutamente fértil que nos permite entender que lo que parecía no tener sentido, seguramente terminará sorprendiéndonos. +info
No hay comentarios:
Publicar un comentario